A continuación, podreís disfrutar de lo que se llama una buena comedura de tarro. Aconsejo leer con moderación.
La parejita de Cómeme el coco no deja de sorprendernos...
Os hago aquí un pequeño resumen de lo que fue nuestra conversación anoche, una avalancha de reflexiones que, provocada por algunos que otros aditivos, acabó en un abrazo y algo de sexo. Os prometo que no todo salió de mi y que si algo no se entiende no tengo toda la culpa… suerte…
Cuando rompemos por las buenas, tendemos a volver a enamorarnos de personas que reúnen lo que mas nos gustaba en ese(a) excompañero(a). Para qué cambiar una fórmula que funciona, ¿verdad?
Cuando rompemos por las malas, al cabo de un tiempo solemos dejarnos seducir por las antípodas de esa ya difunta relación. Nuestro inconsciente nos dirige a todo lo contrario de lo que fue ese mal trago. Un ejemplo sin ir demasiado lejos:
La exmujer de mi chico era su anti-exnovia. Soy su anti-exmujer. Y posiblemente, mi sucesora será algo distinto a mí si acabamos en un baño de sangre. Si le hago daño buscara alguien que sea más dócil, ya que soy un bicho.
Buscó y encontró en mí lo que le faltaba a su ex, siempre según sus criterios personales. ¿Entonces, se puede hablar de amor? ¿O solo se trata de un refugio donde le apetece rebozarse y recoger fuerzas e ilusiones? En consecuencia, ya no solo soy la anti-exmujer de mi chico, soy su refugio. No me ha elegido porque soy lo que desea, sin más, si no porque no soy lo que no desea.
¿Seguís allí?Y como este mundo es perfecto, se supone que, en alguna parte del universo, existe esa persona para él, su alma gemela, el gran amor de su vida, su anti-refugio.
¡Su anti-yo! Conclusión, ayer descubrí que quizás no éramos lo mejor el uno para el otro…
¡
Y una mierda!
NUNCA nadie te hará reír tanto como yo. Que lo sepas.
Vaya… Aplicamos nuestra nueva formula a mi historia y era tristemente parecido.
Fini, caput.